lunes, 26 de enero de 2015

Bárcenas libre es inadmisible

Se le pudo observar al salir de la cárcel como antes de entrar,con gran talante y un porte elegante y como no su chulería innata.
Ha pasado diecinueve meses en la cárcel, pero viéndole diríase que es un hombre convencido de que todo lo hizo como debía hacerse, como cualquiera en su lugar lo habría hecho, y que, más allá del percance de ese año y medio de prisión preventiva, nada grave o nada más ha de pasarle. Por un lado, tiene en su mano, o cree tener, cartas que puede jugar en su defensa; por otro, alega y parece creer que no ha sido más que un partícipe en un juego en el que todos metieron baza. Como si lo encontrado por la justicia no fuera una trama antisocial y delictiva, sino la manera corriente y comúnmente aceptada de actuar.
En los días siguientes lee con atención todo lo que se escribe sobre el tema: hay quien dice que el truco es legal (a lo que se adhieren los seguidores del líder cuestionado, convertidos súbitamente a la apología de la ingeniería fiscal); pero los más de los expertos dicen que es discutible y algunos aclaran que según y como puede ser sin más un fraude. Eso le hace sentirse algo menos idiota, pero no alivia su desazón: ni con los que ya están ni con los que vienen cabrá librarse de la lacra. Esa que asume que tomar atajos y hacer lo contrario de lo que uno proclama, ya sea ilegal o legalmente, es puro y simple sentido común.

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